DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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miércoles, 16 de abril de 2014

                                                  TREINTA AÑOS DE CINE EN DEMOCRACIA

Hay etapas que se viven como interminables. La última dictadura militar que asoló nuestro país podía parece infinita. Era uno de sus objetivos y duró más de siete años que para nuestro cine fueron eternos. Una férrea censura impedía que llegaran películas y también, con las famosas listas negras, muchos directores fueron obligados a exiliarse, otros impedidos de filmar y algunos asesinados. Un cine pobre y chato, con directores olvidables, como Emilio Vieyra, Enrique Carreras o los hermanos Sofovich  filmaron durante esos años .  Con la llegada de la democracia comenzaron a disiparse las tinieblas, aunque no los tenebrosos,  no se tardó en descubrir que la dictadura había dejado  como granadas de tiempo retardado que empezarían a explotar cuando ellos no estuvieran. Granadas de escepticismo en los realizadores, de desesperanza y fundamentalmente  de un posibilismo que establece que sólo aquello que es nombrablemente  posible  existe en la realidad y todo lo demás es pasto del sueño o de la pesadilla. Igual, de a poco, retornaron algunos directores como Solanas, De la Torre, Getino o Vallejos y pudieron filmar y aparecieron algunos nuevos y promisorios directores como Mignona, Carlos Sorín, Agresti, Jusid, Favio,  o documentalistas como Marcelo Céspedes y Carmen Guarini, que filmaron entre treinta y cuarenta películas por año.
El cine argentino, como es lógico, fue atravesando los distintos momentos económicos y políticos durante los treinta años de gobiernos democráticos y  padeciendo o usufructuando las mejores o peores situaciones. Las crisis económicas golpearon fuertemente y el agudo proceso de desguace de todo la industria nacional fue padecido también por nuestro cine. Los noventa dieron la impresión de nunca terminar, sobre todo porque su ideología  cundía en la sociedad, colonizaba el discurso académico y el triunfo cultural logrado por el neoliberalismo  se reflejó con fuerza en todas las manifestaciones culturales, incluyendo al cine. Julio Maharbiz, el amigo presidencial, fue nombrado al frente del Instituto de Cine y aunque tozudamente los directores que venían filmando y los nuevos, muchos de ellos surgidos de las decenas de escuelas de cine que se fueron abriendo para cubrir a  los miles de sedientos estudiantes que poblaron sus aulas, como por ejemplo  Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Esteban Sapir, Pablo Reyero, Israel Caetano, Albertina Carri, Lisandro Alonso  y muchos otros que pudieron filmar con el apoyo de la nueva Ley del Cine que se  aprobó a fines de los noventa. El golpe de la crisis del 2001 y 2002 fue brutal y muy lentamente y especialmente a partir del 2008, año en el que asume Liliana Mazure al frente del Instituto se llega a cifras importantes de producción, entre 100 y 140 largometrajes por año.
Aún en un contexto muy favorable, persisten problemas serios  por la concentración del mercado cinematográfico, especialmente en el área de la distribución y la exhibición.   Apreciemos algunas cifras: en 750 salas de cine en todo el país, cualquiera de los tanques de Hollywood  se estrenan en 270 salas en promedio. Si las comparamos con los estrenos argentinos, aproximadamente la mitad de ellos se estrenan en cinco salas o aún menos. En algunos casos con películas excelentes y arriesgadas como "Tierra de los padres" de Nicolás Prividera, el estreno se dio en una sola sala, la mítica e indispensable Sala Lugones del Teatro San Martín. Otras pequeñas salas como el histórico Cosmos, comprado por la UBA, estrenó cinco películas argentinas que no encontraban sala.
El tema se viene discutiendo desde hace rato y hay muchas opiniones. El productor Diego Dubkovsky cree que un avance hacia la solución del problema es la creación de un circuito alternativo "más ligado al tipo de cine que hacemos nosotros". Tambien comenta "que la experiencia del Gaumont es superexitosa, y ahora se agrega el Arte Cinema en Constitución, que luego de ser tomado por el INCAA, bajó el precio de las entradas y le dio una programación más atractiva, estando en una zona donde a la gente no le gusta mucho ir, el público se duplicó y hasta triplicó. Sería genial que este ejemplo se  extienda a cines cerrados como el  Atlas Santa Fé". Esa política sería bueno que se extendiera hacia los cines que no tiene posibilidad de estreno en nuestras salas, como el europeo, el asiático, el africano y fundamentalmente el sudamericano.
Algunos distribuidores alegan que no hay público para ese tipo de cine. Sin duda si hablamos de los tanques que llevan a tres millones de espectadores es así, pero hay films como "El chico de la bicicleta" de los belgas hermanos Dardenne o la iraní "La separación" dos películas de gran calidad artística y muy atractivas para todo público, nada experimentales ni "aburridas" como a veces se dice alegremente por algunos comunicadores respetables como Aliverti  de las películas que no son norteamericanas o "que no cuenten historias", llevan a los cines entre 150.000 a 400.000 espectadores. Un independiente muy popular en Buenos Aires como Woody Allen puede llegar al millón de espectadores con películas para todo público pero no imbéciles o que toman como imbéciles a sus espectadores.
Un dato que mucha gente no conoce y que es fundamental para esclarecer un poco este tema que en general no tiene mucha prensa es que un tanque del que leemos costó 300 millones de dólares, en realidad destinó la mitad, es decir 150 millones, a gastos de lanzamiento en todo el mundo, lo que significa que unos meses antes de su estreno se pagan viajes a cronistas de grandes medios a EE.UU. para que empiecen a mandar notas sobre la película, luego se sigue con los  grandes y masivos avisos en todos los medios y las calles o avenidas y luego incluso pagos encubiertos para que la película sea "criticada" en buenos términos incluyendo largos reportajes a sus actores, etc. etc.
¿ Cómo competir con semejante cantidad de recursos? Una película argentina puede costar un millón de pesos o en algún caso con financiación de productoras televisivas y con actores muy conocidos como Darín, bastante más, nunca puede llegar a gastar una cifra ni siquiera cercana a la que gasta un tanque. De cualquier manera una película como "Elefante blanco", muy atractiva y de calidad tanto estética como ética, puede pasar el millón de espectadores, pero nunca aspirar a mucho más.
Queda claro que los tanques van a seguir existiendo, seguirán llegando las versiones 5, 6 o 10 de cualquiera de los títulos conocidos y no los podremos parar. Por eso lo principal está en permitir la llegada de otras películas y especialmente facilitar la visión de las películas argentinas y para ello es necesario que el INCAA invierta más dinero en los gastos de lanzamiento y avance en la creación de  más salas como el Gaumont, bajando los precios de las entradas y mejorando la visión y el sonido de las mismas.
Otro  tema a evaluar es el hecho de la cercana desaparición del celuloide como soporte y la masiva incorporación del sistema de digitalización de salas que ya comenzó a instalar el INCAA. El proyecto contempla en una primera etapa 150 salas en todo el país y en este año se implantarán 50 de las mismas con proyectores 2D y 3D digitales, entregados en comodato por el Instituto con su equipo de sonido. La idea es terminar de digitalizar todas las salas en el 2014. Es un proyecto fundamental porque va a poner en un nivel de igualdad técnica a todos los cines y la calidad de proyección y sonido se va a estandarizar. En suma, los que amamos al cine luchamos no sólo porque no desaparezca de nuestras vidas, sino también por ver cada día películas más variadas y de mayor calidad para poder elegir de acuerdo a nuestro gusto y placer.
                                                                                                                                        Alberto Poggi
                                                                                                                                                                             
JULIO CORTAZAR
La pluma militante
Cuando la bestial dictadura clavó sus sangrientas garras sobre nuestro pueblo, Julio Cortazar hacía mas de veinte años que residía en París, y desde allí, escribía cuentos, novelas, poesías y ensayos con temáticas y contextos fundamentalmente argentinos y latinoamericanos.  
A medida que el mapa de nuestra América se teñía con la sangre de sus mejores hijos, Cortazar comienza a producir una literatura de definido perfil político, poniendo a disposición de las luchas liberadoras del continente su connotado prestigio internacional. Participa, creciente y activamente, en actos públicos de denuncias, encabeza campañas de solidaridad con los perseguidos y se involucra directa y personalmente en viajes y conferencias en apoyo a Cuba Socialista y a la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Hay quienes, desde una postura miserable e infantil le reprochan a Cortazar el hecho de no haber estado en la Argentina en momentos en que sus compatriotas   sufrían las peores iniquidades. Desconocen que la experiencia de la historia indica que las luchas populares no necesitan mártires, necesitan luchadores.
Desde Francia, las palabras del escritor expresadas en el momento necesario y en el lugar indicado, contribuyeron a que la condena al régimen dictatorial de la Junta Militar resonara en toda Europa. “La Ley de Presunción de Fallecimiento equivale a la “Solución Final” de los nazis”, puntualizó el 6 de septiembre de 1979, en respuesta al ministro del interior Harguindeguy, que la presentaba como un gesto de caridad hacia los familiares de los desaparecidos.
Impacta y reconforta leer lo que Haroldo Conti, desaparecido por los genocidas el 5 de mayo de 1976, opinaba sobre el compromiso a distancia de su colega: “Francamente, sigo creyendo que no es una condición sine qua non estar ahora y aquí para opinar y aún para participar de nuestra faena política. De hecho, hay gente que estando aquí, es como si viviese en el Himalaya o aún en la Luna. Los clásicos espaldistas son capaces de escribir sobre el Renacimiento apoyados en el mismo paredón detrás del cual revientan a sus hermanos. Julio, en cambio, es alguien a quién no le afectan las distancias, y es bueno que se quede donde esta, porque cuando enmudezcan todas las voces, habrá todavía una que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue”.
En febrero de 1981 tiene lugar en París un encuentro de juristas de todo el mundo para tratar el tema de la desaparición forzada de personas, convocado con el objetivo de diseñar estrategias legales en relación al novísimo crimen de lesa humanidad. A la delegación de las Madres de Plaza de Mayo, presente en la convocatoria, le es negada su participación argumentando la estricta especificidad de la temática. Sin embargo, a pesar de que Cortazar tampoco es un jurista, tiene la chance de participar, precisamente por ser Cortazar y vivir en París. Es entonces, que en la ocasión, pronuncia el histórico discurso Negación del Olvido: “Aquí, en esta sala donde ellos no están, donde simplemente se los evoca como una razón de trabajo, aquí hay que sentirlos presentes y próximos, sentados entre nosotros, mirándonos, hablándonos. Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que se esta queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerándolos como vivos, a los que acaso ya no lo están, pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre la verdad que hoy se pretende escamotear”.
Poco tiempo antes de morir, Cortazar visitó nuestro país -su país-, quería recorrer sus calles después del infierno y darse al encuentro con sus estimados y dispersos lectores. Sus declaraciones resultaron molestas e improcedentes para un gobierno que estaba abdicando de su paradigma democrático y se adentraba irremediablemente en la justificación de la existencia de los dos demonios como antesala necesaria a la promulgación de la impunidad normativa de la obediencia debida y el punto final.
Pero a pesar que eran malos tiempos oficiales para la honestidad, Julio Cortazar permaneció, en cambio, rodeado de buena compañía. Con él estaban los desaparecidos “obstinadamente presentes”, los revolucionarios de América Latina, y nuestras queridas Madres – palomas en su permanente lucha por la obtención de la verdad inconclusa.

No tiene importancia el hecho que haya muerto el 12 de febrero de 1984; lo realmente importante, lo que cuenta, es que Julio Cortazar nació hace cien años, el 26 de agosto de 1914 y que seguramente al igual que hoy, en el 2114, seguirá siendo eternamente UN ESENCIAL DE LA MEMORIA.JULIO CORTAZAR
La pluma militante
Cuando la bestial dictadura clavó sus sangrientas garras sobre nuestro pueblo, Julio Cortazar hacía mas de veinte años que residía en París, y desde allí, escribía cuentos, novelas, poesías y ensayos con temáticas y contextos fundamentalmente argentinos y latinoamericanos.  
A medida que el mapa de nuestra América se teñía con la sangre de sus mejores hijos, Cortazar comienza a producir una literatura de definido perfil político, poniendo a disposición de las luchas liberadoras del continente su connotado prestigio internacional. Participa, creciente y activamente, en actos públicos de denuncias, encabeza campañas de solidaridad con los perseguidos y se involucra directa y personalmente en viajes y conferencias en apoyo a Cuba Socialista y a la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Hay quienes, desde una postura miserable e infantil le reprochan a Cortazar el hecho de no haber estado en la Argentina en momentos en que sus compatriotas   sufrían las peores iniquidades. Desconocen que la experiencia de la historia indica que las luchas populares no necesitan mártires, necesitan luchadores.
Desde Francia, las palabras del escritor expresadas en el momento necesario y en el lugar indicado, contribuyeron a que la condena al régimen dictatorial de la Junta Militar resonara en toda Europa. “La Ley de Presunción de Fallecimiento equivale a la “Solución Final” de los nazis”, puntualizó el 6 de septiembre de 1979, en respuesta al ministro del interior Harguindeguy, que la presentaba como un gesto de caridad hacia los familiares de los desaparecidos.
Impacta y reconforta leer lo que Haroldo Conti, desaparecido por los genocidas el 5 de mayo de 1976, opinaba sobre el compromiso a distancia de su colega: “Francamente, sigo creyendo que no es una condición sine qua non estar ahora y aquí para opinar y aún para participar de nuestra faena política. De hecho, hay gente que estando aquí, es como si viviese en el Himalaya o aún en la Luna. Los clásicos espaldistas son capaces de escribir sobre el Renacimiento apoyados en el mismo paredón detrás del cual revientan a sus hermanos. Julio, en cambio, es alguien a quién no le afectan las distancias, y es bueno que se quede donde esta, porque cuando enmudezcan todas las voces, habrá todavía una que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue”.
En febrero de 1981 tiene lugar en París un encuentro de juristas de todo el mundo para tratar el tema de la desaparición forzada de personas, convocado con el objetivo de diseñar estrategias legales en relación al novísimo crimen de lesa humanidad. A la delegación de las Madres de Plaza de Mayo, presente en la convocatoria, le es negada su participación argumentando la estricta especificidad de la temática. Sin embargo, a pesar de que Cortazar tampoco es un jurista, tiene la chance de participar, precisamente por ser Cortazar y vivir en París. Es entonces, que en la ocasión, pronuncia el histórico discurso Negación del Olvido: “Aquí, en esta sala donde ellos no están, donde simplemente se los evoca como una razón de trabajo, aquí hay que sentirlos presentes y próximos, sentados entre nosotros, mirándonos, hablándonos. Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que se esta queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerándolos como vivos, a los que acaso ya no lo están, pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre la verdad que hoy se pretende escamotear”.
Poco tiempo antes de morir, Cortazar visitó nuestro país -su país-, quería recorrer sus calles después del infierno y darse al encuentro con sus estimados y dispersos lectores. Sus declaraciones resultaron molestas e improcedentes para un gobierno que estaba abdicando de su paradigma democrático y se adentraba irremediablemente en la justificación de la existencia de los dos demonios como antesala necesaria a la promulgación de la impunidad normativa de la obediencia debida y el punto final.
Pero a pesar que eran malos tiempos oficiales para la honestidad, Julio Cortazar permaneció, en cambio, rodeado de buena compañía. Con él estaban los desaparecidos “obstinadamente presentes”, los revolucionarios de América Latina, y nuestras queridas Madres – palomas en su permanente lucha por la obtención de la verdad inconclusa.
No tiene importancia el hecho que haya muerto el 12 de febrero de 1984; lo realmente importante, lo que cuenta, es que Julio Cortazar nació hace cien años, el 26 de agosto de 1914 y que seguramente al igual que hoy, en el 2114, seguirá siendo eternamente UN ESENCIAL DE LA MEMORIA.