La Gata Flora
Si no se corrige el mínimo no
imponible para los trabajadores en relación de dependencia, el oficialismo
desatiende el reclamo popular o no percibe el desánimo de quienes sufren el
recorte aunque, por cierto, sea dudosísimo que los "sufrientes" les
hayan prestado excesiva atención a los pesos achicados que tales escalas
significaban en su ingreso de bolsillo. Si se lo corrige, ya es tarde o
electoralista. Una vez corregido, el problema pasa a ser que no están incluidos
los monotributistas. Después, también se contempla a los monotributistas. Pero,
nuevamente, es tarde. O electoralista. Y si se retoca para arriba el dólar
oficial, es la demostración de que se toma nota de un tipo de cambio que viene
quedando muy atrás de la inflación. Pero si no, se demuestra que el Gobierno
continúa emperrado en mentir o mentirse. Y si se incrementa en más de un 20 por
ciento la cantidad de argentinos que viajan al exterior, es porque algo tienen
que hacer con la plata que no pueden invertir localmente. Pero si su contrapartida
es que disminuye el flujo de turistas desde el extranjero, es porque el país
está caro gracias al retraso del dólar, y el descenso del ingreso de divisas,
por ese rubro, pasa a ser algo así como la media demostrativa de lo mal que nos
va. Si, en la misma línea conceptual de lo anterior, hay un boom de ventas de
autos y electrodomésticos, es porque en algo hay que gastar a falta de mejores
opciones.
Y
si hay reducción temporaria de esos índices, ya fuere porque Brasil devalúa o
porque el endeudamiento familiar tiene un tope, se debe a que el consumo se
retrae en función de un salario que no alcanza. Y si la quita en el Impuesto a
las Ganancias requiere la obviedad de compensar el egreso fiscal, por vía de gravar
la venta de acciones, la oposición vota en contra o se retira. Si se le exige a
la oposición una alternativa respecto de cómo financiar el beneficio, los
radicales se van del Senado porque el presidente de Aerolíneas Argentinas le
dijo "zángano" al jujeño Gerardo Morales, quien, como todo el mundo
sabe, formó parte de un gobierno altamente preocupado por no recortar los
salarios de trabajadores y jubilados.
Si el
kirchnerismo comete el error de apostar por un "sheriff" como
Alejandro Granados para resolver aspectos de la "seguridad" en el
conurbano bonaerense, o si Martín Insaurralde mete elefantes en un bazar,
promoviendo con una pésima explicación la reforma o el cambio del Código Penal
juvenil, el Gobierno se dejó ganar por el discurso de la derecha y, encima,
inútilmente, porque resalta grotesco que lo hace para ganar voluntades de clase
media asustada. Pero si se mantiene en sus trece de un accionar y discurso
garantista-progre, no abre los ojos ante lo que la sociedad le demanda. Otro
tanto, si se resuelve mandar gendarmes a patrullar el conurbano es porque
registraron que están perdiendo votos y, como si poco fuese, desprotegieron las
zonas de frontera. Pero si los dejan en las fronteras es al divino botón,
porque de todas formas son un agujero que chorrea contrabando y narcotráfico.
Si se reabre el canje de deuda para negociar con los fondos buitre, se revela
que la conducción oficial y jurídica del caso fue un esperpento. Si no se lo
hace, persistimos en aislarnos del mundo y por algo no llegan las inversiones.
Si hay acuerdo con una petrolera estadounidense para que invierta y explore en
un área minúscula de Vaca Muerta, Argentina se bajó los pantalones de su
soberanía energética. Si no lo hay, preguntan de dónde se pretende que vengan
las divisas para promover el industrialismo. Si la idea fuera extraerlas de las
reservas del Banco Central, contestan que liquidan el ahorro de los argentinos
y que dejan al país raquítico de respaldo como si -además y nada menos- el país
contara con los recursos para operar esa tecnología. Si el acuerdo queda
aceptado como una de las escasas opciones disponibles pero es a través del
fracking, mejor es dejar el petróleo y el gas donde están porque habría una
catástrofe ambiental de cuyas pruebas nadie aporta mayormente nada. Si el
presidente de YPF reconoce, como lo hizo en estos días, que la crisis de
energía es grave, se exhibe como un símbolo de los desaguisados del Gobierno.
Pero si no dice nada, lo mudan de "el mago" Galuccio a un impotente
que estará preguntándose por qué no se quedó en Londres.
Si el
director de la AFIP (justo de la AFIP) le regala a la nena que cumplió 18 un
Audi de 40 mil dólares, es un impresentable que emblematiza al choreo K. Y en
verdad que es impresentable, al margen de si su declaración de ingresos es
compatible con obsequios de tal naturaleza. Un funcionario debe ser y parecer.
Es injustificable que incurra en esas extravagancias. Y parecería, en cambio,
que hay cosas hechas a propósito para que los mastines mediáticos se hagan una
fiesta, como si se tratara de mostrar que la agresión no hace mella viniendo de
quienes viene. Pero si Macri recortó el presupuesto social para desviarlo a
emprendimientos de moda y desarrollos inmobiliarios privados, no rebota en
ningún lado. Tres de cinco millones de pesos, que estaban destinados a la
Intervención Social en Villas, fueron traspasados por el gobierno porteño al
programa "Industria Audiovisual", que entre otros aspectos se ocupa
de acontecimientos como "Buenos Aires, Ciudad de Moda". El informe
-que proviene de un equipo lanzado por el Ministerio de Trabajo nacional para
auditar la gestión PRO, y que Werner Pertot publicó en este diario el lunes
pasado- tiene varios ingredientes sugestivos. Por ejemplo, que se traspasaron
fondos de las villas para remodelar la entrada del zoológico de Palermo. Será
que al ser un documento paraoficial, digamos, no merece ninguna confianza. Por
el contrario, si lo perpetra algún periodista de medios independientes debe
tener toda la razón del mundo. Es análogo a que el Indek miente seguro, y desde
ya que sus cifras de inflación no son creíbles. Pero si esos números provienen
de consultoras privadas o parlamentarios opositores cuya tendencia es de
antikirchnerismo entre solapado y furioso, sin que alguien tenga noticias en
torno de dónde sacan los equipos para medir inflación, no hay cuestionamiento
alguno.
Si el
Gobierno avanza hacia la estatización de los trenes es porque sus gerenciadores
amigos fueron un desastre criminal. Y si no lo hace, es porque sigue atado a
sus gerenciadores amigos. Si la Presidenta intenta disimular, malamente, la
derrota en las PASO, está loca de atar porque tiene el síndrome de Hubris, que
remite a haber perdido la noción de realidad. Pero si el velatorio de Kirchner
lo organizó Fuerza Bruta; si la teoría de un dirigente radical que se dice
presidenciable es la troskeada de cuanto peor mejor; si la derecha abreva en un
pagadiós contra los buitres y quedan juntados Altamira con Carrió, están todos
en su sano juicio.
¿Será que
efectivamente está todo dicho porque ya está instalado que lo está? ¿O será que
todavía se puede hacer algo porque nunca está todo dicho?
Eduardo
Aliverti