DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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miércoles, 16 de abril de 2014

JULIO CORTAZAR
La pluma militante
Cuando la bestial dictadura clavó sus sangrientas garras sobre nuestro pueblo, Julio Cortazar hacía mas de veinte años que residía en París, y desde allí, escribía cuentos, novelas, poesías y ensayos con temáticas y contextos fundamentalmente argentinos y latinoamericanos.  
A medida que el mapa de nuestra América se teñía con la sangre de sus mejores hijos, Cortazar comienza a producir una literatura de definido perfil político, poniendo a disposición de las luchas liberadoras del continente su connotado prestigio internacional. Participa, creciente y activamente, en actos públicos de denuncias, encabeza campañas de solidaridad con los perseguidos y se involucra directa y personalmente en viajes y conferencias en apoyo a Cuba Socialista y a la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Hay quienes, desde una postura miserable e infantil le reprochan a Cortazar el hecho de no haber estado en la Argentina en momentos en que sus compatriotas   sufrían las peores iniquidades. Desconocen que la experiencia de la historia indica que las luchas populares no necesitan mártires, necesitan luchadores.
Desde Francia, las palabras del escritor expresadas en el momento necesario y en el lugar indicado, contribuyeron a que la condena al régimen dictatorial de la Junta Militar resonara en toda Europa. “La Ley de Presunción de Fallecimiento equivale a la “Solución Final” de los nazis”, puntualizó el 6 de septiembre de 1979, en respuesta al ministro del interior Harguindeguy, que la presentaba como un gesto de caridad hacia los familiares de los desaparecidos.
Impacta y reconforta leer lo que Haroldo Conti, desaparecido por los genocidas el 5 de mayo de 1976, opinaba sobre el compromiso a distancia de su colega: “Francamente, sigo creyendo que no es una condición sine qua non estar ahora y aquí para opinar y aún para participar de nuestra faena política. De hecho, hay gente que estando aquí, es como si viviese en el Himalaya o aún en la Luna. Los clásicos espaldistas son capaces de escribir sobre el Renacimiento apoyados en el mismo paredón detrás del cual revientan a sus hermanos. Julio, en cambio, es alguien a quién no le afectan las distancias, y es bueno que se quede donde esta, porque cuando enmudezcan todas las voces, habrá todavía una que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue”.
En febrero de 1981 tiene lugar en París un encuentro de juristas de todo el mundo para tratar el tema de la desaparición forzada de personas, convocado con el objetivo de diseñar estrategias legales en relación al novísimo crimen de lesa humanidad. A la delegación de las Madres de Plaza de Mayo, presente en la convocatoria, le es negada su participación argumentando la estricta especificidad de la temática. Sin embargo, a pesar de que Cortazar tampoco es un jurista, tiene la chance de participar, precisamente por ser Cortazar y vivir en París. Es entonces, que en la ocasión, pronuncia el histórico discurso Negación del Olvido: “Aquí, en esta sala donde ellos no están, donde simplemente se los evoca como una razón de trabajo, aquí hay que sentirlos presentes y próximos, sentados entre nosotros, mirándonos, hablándonos. Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que se esta queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerándolos como vivos, a los que acaso ya no lo están, pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre la verdad que hoy se pretende escamotear”.
Poco tiempo antes de morir, Cortazar visitó nuestro país -su país-, quería recorrer sus calles después del infierno y darse al encuentro con sus estimados y dispersos lectores. Sus declaraciones resultaron molestas e improcedentes para un gobierno que estaba abdicando de su paradigma democrático y se adentraba irremediablemente en la justificación de la existencia de los dos demonios como antesala necesaria a la promulgación de la impunidad normativa de la obediencia debida y el punto final.
Pero a pesar que eran malos tiempos oficiales para la honestidad, Julio Cortazar permaneció, en cambio, rodeado de buena compañía. Con él estaban los desaparecidos “obstinadamente presentes”, los revolucionarios de América Latina, y nuestras queridas Madres – palomas en su permanente lucha por la obtención de la verdad inconclusa.

No tiene importancia el hecho que haya muerto el 12 de febrero de 1984; lo realmente importante, lo que cuenta, es que Julio Cortazar nació hace cien años, el 26 de agosto de 1914 y que seguramente al igual que hoy, en el 2114, seguirá siendo eternamente UN ESENCIAL DE LA MEMORIA.JULIO CORTAZAR
La pluma militante
Cuando la bestial dictadura clavó sus sangrientas garras sobre nuestro pueblo, Julio Cortazar hacía mas de veinte años que residía en París, y desde allí, escribía cuentos, novelas, poesías y ensayos con temáticas y contextos fundamentalmente argentinos y latinoamericanos.  
A medida que el mapa de nuestra América se teñía con la sangre de sus mejores hijos, Cortazar comienza a producir una literatura de definido perfil político, poniendo a disposición de las luchas liberadoras del continente su connotado prestigio internacional. Participa, creciente y activamente, en actos públicos de denuncias, encabeza campañas de solidaridad con los perseguidos y se involucra directa y personalmente en viajes y conferencias en apoyo a Cuba Socialista y a la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Hay quienes, desde una postura miserable e infantil le reprochan a Cortazar el hecho de no haber estado en la Argentina en momentos en que sus compatriotas   sufrían las peores iniquidades. Desconocen que la experiencia de la historia indica que las luchas populares no necesitan mártires, necesitan luchadores.
Desde Francia, las palabras del escritor expresadas en el momento necesario y en el lugar indicado, contribuyeron a que la condena al régimen dictatorial de la Junta Militar resonara en toda Europa. “La Ley de Presunción de Fallecimiento equivale a la “Solución Final” de los nazis”, puntualizó el 6 de septiembre de 1979, en respuesta al ministro del interior Harguindeguy, que la presentaba como un gesto de caridad hacia los familiares de los desaparecidos.
Impacta y reconforta leer lo que Haroldo Conti, desaparecido por los genocidas el 5 de mayo de 1976, opinaba sobre el compromiso a distancia de su colega: “Francamente, sigo creyendo que no es una condición sine qua non estar ahora y aquí para opinar y aún para participar de nuestra faena política. De hecho, hay gente que estando aquí, es como si viviese en el Himalaya o aún en la Luna. Los clásicos espaldistas son capaces de escribir sobre el Renacimiento apoyados en el mismo paredón detrás del cual revientan a sus hermanos. Julio, en cambio, es alguien a quién no le afectan las distancias, y es bueno que se quede donde esta, porque cuando enmudezcan todas las voces, habrá todavía una que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue”.
En febrero de 1981 tiene lugar en París un encuentro de juristas de todo el mundo para tratar el tema de la desaparición forzada de personas, convocado con el objetivo de diseñar estrategias legales en relación al novísimo crimen de lesa humanidad. A la delegación de las Madres de Plaza de Mayo, presente en la convocatoria, le es negada su participación argumentando la estricta especificidad de la temática. Sin embargo, a pesar de que Cortazar tampoco es un jurista, tiene la chance de participar, precisamente por ser Cortazar y vivir en París. Es entonces, que en la ocasión, pronuncia el histórico discurso Negación del Olvido: “Aquí, en esta sala donde ellos no están, donde simplemente se los evoca como una razón de trabajo, aquí hay que sentirlos presentes y próximos, sentados entre nosotros, mirándonos, hablándonos. Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que se esta queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerándolos como vivos, a los que acaso ya no lo están, pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre la verdad que hoy se pretende escamotear”.
Poco tiempo antes de morir, Cortazar visitó nuestro país -su país-, quería recorrer sus calles después del infierno y darse al encuentro con sus estimados y dispersos lectores. Sus declaraciones resultaron molestas e improcedentes para un gobierno que estaba abdicando de su paradigma democrático y se adentraba irremediablemente en la justificación de la existencia de los dos demonios como antesala necesaria a la promulgación de la impunidad normativa de la obediencia debida y el punto final.
Pero a pesar que eran malos tiempos oficiales para la honestidad, Julio Cortazar permaneció, en cambio, rodeado de buena compañía. Con él estaban los desaparecidos “obstinadamente presentes”, los revolucionarios de América Latina, y nuestras queridas Madres – palomas en su permanente lucha por la obtención de la verdad inconclusa.
No tiene importancia el hecho que haya muerto el 12 de febrero de 1984; lo realmente importante, lo que cuenta, es que Julio Cortazar nació hace cien años, el 26 de agosto de 1914 y que seguramente al igual que hoy, en el 2114, seguirá siendo eternamente UN ESENCIAL DE LA MEMORIA.

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