DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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jueves, 20 de agosto de 2009

NÚMERO 40
JULIO 2009

IRREVERENCIAS

Estoy absolutamente convencido que uno de los actos emblemáticos que han incidido, e inciden, en la generación de cambios de los grandes paradigmas de la historia de la humanidad, es sin duda, la IRREVERENCIA, que surge como inevitable resultado del cuestionamiento de la legitimidad de aquello que fue considerado hasta ese momento, de naturaleza inefable e indiscutible.

El Diccionario de la Real Academia Española, define al IRREVERENTE como aquel que no guarda respeto; el que se niega a hacer reverencias.

Baste mirar para atrás para darnos cuenta que la IRREVERENCIA canalizada en movimientos de masas, produjo rupturas estructurales, crisis dogmático -religiosas, y profundas modificaciones en los sistemas políticos, económicos y sociales.

La historia nos brinda innumerables ejemplos en donde la imperiosa decisión de innovación, cambio rotundamente las reglas de juego, estableciendo nuevas creencias y jerarquizando valores que hasta ese momento eran inexistentes

El 4 de julio de 1776, hartos de la arbitrariedad política, religiosa e impositiva que Inglaterra imponía en sus dominios, los trece estados que conformaban las colonias británicas en el norte del continente americano, reunidas en Congreso bajo la presidencia de George Washington decidieron dejar de hacerle reverencias a Jorge III, y se constituyeron en país independiente promulgando la primera Constitución democrática del continente americano.

Su declaración de principios la titularon “Carta de los Derechos del Hombre” y fue redactada por Thomas Jefferson con un contenido insólito que evidenciaba -aunque ustedes hoy no lo crean-, un profundo sentimiento antiimperialista y de respeto por los derechos humanos.

Que suerte para Mr. Jefferson, el no haber conocido a Mr. Bush.

La Revolución Francesa, que tuvo lugar en Europa a fines del siglo XVIII, sin duda implicó un cambio determinante en la historia política imperante, permitiendo con el ascenso de la burguesía, la difusión de ideas democráticas, la anulación de los derechos feudales, y con la nueva ideología comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias iberoamericanas.

Esta revolución significó el triunfo de un pueblo empobrecido, oprimido y cansado de reverenciar a reyes absolutistas y a una nobleza feudal injusta y parasitaria.

El 14 de julio de 1789, un acontecimiento pleno de audacia, marca el hito histórico insurreccional.

Los sectores mas progresistas de la intelectualidad y de las corporaciones artesanas -apoyados en su accionar por los hambrientos y explotados, y por los campesinos reducidos por la nobleza a un estado de indigente servidumbre-, impulsan y conforman una multitud integrada por hombres y mujeres saturados de imposiciones reverenciales que toma por asalto la fortaleza de la Bastilla, transformada por la monarquía en oprobiosa cárcel de presos políticos. Los gritos libertarios fueron el punto de inflexión y el inicio del fin de los regimenes absolutistas europeos.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se transformo en la síntesis de las ideas innovadoras de la época, basada en tres inclaudicables banderas: Igualdad, Fraternidad y Libertad.

Y que paso con nosotros? Con nuestro pedacito de irreverencia histórica? La historia oficial siempre la ninguneo.

Desde chicos nos enseñaron que la Revolución de Mayo fue una reunión de curiosos en una plaza donde los vendedores ambulantes vendían pastelitos calientes, dos señores repartían cintitas azules y blancas, y casi todos los presentes usaban paraguas, ello en evidente contradicción metereologica con aquella letra de la canción patria, que dice: “El sol del 25 viene asomando”.

Sin embargo en esos aciagos momentos, que comenzaron mucho antes del Cabildo Abierto del 22 de mayo y del decisorio del 25, lo que se discutía era exactamente lo mismo que discutimos ahora: La justicia, la equidad, el modelo económico, la dependencia, la corrupción.

Cuestiones básicas que aún no han sido resueltas en la Argentina del siglo XXI.

Seguramente son por estas razones que la remanida historia oficial, la historia de Billiken, la de Simulcop, la del Manual del Alumno de la editorial Estrada, se quedaron con los pastelitos y los paraguas, y niegan la existencia de aquellos que decidieron que era el momento oportuno de cesar las genuflexiones frente a un Fernando VII que ni siquiera representaba a los españoles.

No es casual que se haya puesto tanto empeño en ocultar que mucho antes de las gestas de mayo, patriotas americanos dirigidos por Bernardo de Monteagudo, en Chuquisaca y en La Paz, fueron condenados a muerte por el Virrey Cisneros bajo la acusación de ser subversivos del orden público y por pretender imponer en estas tierras las rebeldes ideas de Tupac Amarú.

Sin embargo, la irreverencia contra el ocupante español y su soberano, tomaría cuerpo en 1810 con el Plan de Operaciones de Mariano Moreno, con la lucidez del Manuel Belgrano, con el ímpetu revolucionario de Juan José Castelli, con el decidido accionar de los primeros “Comisarios Políticos” de la Junta Provisoria de Gobierno: Domingo Frech y Antonio Luís Berutti, quienes a partir de la mañana del 21 de mayo garantizaron con la presencia y vigilia de 600 hombres armados hasta los dientes, con cuchillos, trabucos y fusiles, agrupados bajo el nombre de la “Legión Infernal”, el llamado y mantenimiento del Cabildo Abierto, que culmino el 25 con la formación del primer gobierno patrio.

Y pensar que don Bartolomé Mitre nos sigue diciendo que French y Berutti eran simplemente dos tarados que repartían cintitas.

Siempre se ha pretendido vaciar de contenido la historia argentina.

Baste recordar que al despiadado holocausto de nuestros pueblos originarios, lo llamaron alegremente: “La Conquista del Desierto”, como si en las ciento de miles de leguas, desde el Río Negro hasta Ushuaia, no hubiera habido nada más que tierra yerma.

Señores, por todo esto y muchísimo más, vengo a decirles con total convicción, que yo soy confesamente irreverente, y que estoy aquí para convocarlos a ustedes para que también lo sean.

Los convoco, esencialmente, a que sean irreverentes frente al temor reverencial.

Los convoco a que sean irreverentes frente a la hipocresía de aquellos que en diciembre de 2001, caminando desde Belgrano, Nuñez, Barrio Norte, Caballito, desafiando el estado de sitio, marchaban hacia la Plaza de Mayo cantando: “PIQUETE, CACEROLA, LA LUCHA ES UNA SOLA”, y hoy, olvidado el Corralito, putean a esos piqueteros negros de mierda que cortan el Puente Pueyrredon y le piden al Jefe del Gobierno de la Ciudad que arme una policía dispuesta a reprimirlos mas y mejor.

Los convoco a que sean irreverentes frente a la hipocresía de aquellos que se proclaman amplios de criterio, y para que les crean, se ven constreñidos a susurrar al oído que hasta tienen un amigo judío, y que no les importa que haya gays, mientras no sean hijos suyos.

Los convoco a que sean irreverentes en el amor, porque el ejercicio del amor es creación en alegría y sin permisos.

Los convoco a que sean irreverentes con la vida, porque la vida es la apuesta a lograr que cada día, sea un día nuevo, añorado e irrepetible.

Los convoco a que sean irreverentes con la indiferencia, con el egoísmo, con la avaricia, con la soberbia. Con la triste soledad de aquel que se condena a estar irremediablemente solo.

Los convoco a que sean irreverentes con la cobardía, porque cada desafío es la promesa de un logro.

Finalmente, los convoco a que sean irreverentes con la muerte, porque seguramente frente a ella,…frente a ella, ya no habrá tiempo para reverencias.

J. R.


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