DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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miércoles, 6 de julio de 2011

¡INDIGNADOS DEL MUNDO UNÍOS!!!!

INDIGNADO/DA. adj. Que está muy enfadado o disgustado por algo que considera injusto, ofensivo o perjudicial. Diccionario de la Real Academia Española de Letras. Ed. 2007.

Pero hete aquí, mis estimados, que estos INDIGNADOS, la mayoría de ellos jóvenes que llenan y acampan en las plazas de España, de Grecia, de Francia, de Turquía, no son precisamente gente que esté simplemente enfadada o meramente disgustada, esa gente (que es gente como nosotros, que es la gente de todos los días), mis estimados -a decir verdad-, a esta altura de la historia, está literalmente harta.

No deja de ser cierto que el Movimiento de los Indignados, que en un primer momento se plasmó en España en la madrilisima Puerta del Sol y en simultaneo en la emblemática Plaza de la Bastilla en el corazón de Paris, se haya inspirado en un breve pero contundente libro del escritor francés Stéphane Hessel titulado “Indígnense”, pero sin embargo resulta infantil y simplista pensar que decenas de miles de personas pueden autoconvocarse y a su vez convocar la atención mundial en la inspiración surgida de la lectura de un ensayo.

Estratégicamente es importante destacar, como cuestión novedosa, la capitalización de la experiencia acumulada en anteriores movilizaciones populares, el Movimiento de los Indignados, al igual que lo acontecido en la revuelta egipcia que culminó en la ocupación masiva de la Plaza Tahrir, se conformó y consolidó en una primer momento en base a un proceso de autoconvocatoria basado fundamentalmente en la coordinación horizontal ejercitada a través del uso masivo de las redes sociales.

Resulta más que obvio que el reclamo gestado trasciende en su real contenido y envergadura la etérea imagen grafica de jóvenes alegres, enojados y visiblemente insatisfechos. El eje del cuestionamiento es el anticapitalismo; es la crítica feroz a una estructura política en crisis que emerge a través de una desgastada y desprestigiada pseudo democracia representativa; es el desempleo crónico; es el recorte en los presupuestos de salud y educación en aras de satisfacer a cualquier costo las exigencias de los mercados financieros; es la privatización enmascarada de los servicios públicos y la enajenación al mejor postor del patrimonio nacional, todavía suena en los oídos de los griegos las palabras de Strauss Khan cuando en su rol de mentor del FMI afirmo que Grecia para salir de la crisis, menos el Partenón, debía vender el resto.

En la convocatoria de Bilbao, los Indignados vascos en su Manifiesto finalizaban diciendo: “...Por eso estamos aquí, para empezar a construir un BASTA europeo y generalizado. Es imprescindible que los pueblos detengan la política de eliminación de las sociedades”. Y en uno de los tantos carteles emblemáticos desplegados por jóvenes catalanes se conceptúa la convocatoria continental de la propuesta: “¡Revolución en España, pueblos de Europa, despiértense!”.

Es indudable que la crisis esta enclavada en un anacrónico sistema político, social y económico en el cual lo único que no cuenta, lo único que no vale, lo que carece de consideración alguna, es la gente, y eso es precisamente lo indignante, y es esa legítima indignación lo que esencialmente moviliza la necesidad de producir el cambio. En Paris, en las puertas de la Sorbona se lee un graffiti que dice: “En mayo del ´68 decíamos, pidamos lo imposible. En mayo de 2011, decimos ¡Vamos a realizar lo imposible!”

El movimiento europeo transciende estructuralmente en su contenido contestatario el estricto marco coyuntural del “Que se vayan todos” de la Argentina de 2001, ni tampoco es comparable con las reivindicaciones políticas planteadas en las revueltas populares habidas en África del Norte o en el medio oriente. En el primer caso los cacerolazos anunciaban el rotundo fracaso del neoliberalismo de los ´90 con sus secuelas de miseria y el salvaje desguace del estado; en el segundo las masivas manifestaciones populares evidencian la perentoria exigencia de la imperiosa necesidad de participación democrática y la liquidación de estructuras dictatoriales represivas. El Movimiento de los Indignados se genera en el novísimo centro neurálgico del modelo capitalista, en la Zona Euro, las exigencias pasan por cuestionar el método de distribución de las riquezas, el replanteo de la jerarquización de los valores, el equilibrio en el consumo de los recursos naturales y la defensa del medio ambiente frente a la apetencia inescrupulosa de los grandes trust industriales, el previligiar el establecimiento de condiciones objetivas que garanticen la continuidad del trabajo genuino y creativo, en contraposición a las especulaciones financieras e inmobiliarias.

“... ¿Como concluir este llamado a la indignación? Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacía los mas débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos contra todos”. Stéphane Hessel.

J. R.

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