DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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martes, 15 de enero de 2013


CAMILO TORRES
Profeta para nuestro tiempo
Camilo Torres, es quizás el ejemplo mas claro  de la transformación del sujeto  surgida a partir de la decisión de asumir concientemente  la necesidad de vincular lo individual a lo social, aportando a la lucha colectiva en la consecución de hacer realidad las postergadas reivindicaciones  latinoamericanas.
Camilo nació en Bogotá en 1929 en el seno de una tradicional familia de clase alta y de tradiciones liberales. En 1947 siendo estudiante de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, decidió sorpresivamente hacerse sacerdote. Ya como seminarista mostró una temprana preocupación  por la problemática social.
Ordenado en el año 1954, comienza a estudiar sociología en la imperiosa necesidad de adquirir conocimientos científicos  que le permitieran acceder a la plena comprensión de la problemática de las antinomias sociales.  
Con una formación académica moderna, diferente a la mayoría del clero colombiano, convencional, escolástico  y aferrado al partido conservador, en 1956 presenta su tesis doctoral imbuida de un pensamiento de avanzada  comprometido decididamente con la problemática de los sectores  más pobres. 
En 1959 fue nombrado capellán de la Universidad Nacional en un momento histórico donde comenzaba a afianzarse el pensamiento radicalizado influido por el marxismo y los logros de la joven revolución cubana.
En 1961, debido a sus constantes trabajos sociales en áreas marginadas y su compromiso con la lucha de los estudiantes, es confinado por la jerarquía cardenalicia  a una parroquia de Veracruz. Sin embargo, aún desde el pulpito de un simple párroco, mantiene una lucha sin cuartel con las autoridades eclesiásticas y civiles empeñadas en reprimir la protesta social y controlar toda forma de disidencia.
Su compromiso con los desposeídos lo llevaron a la conclusión de que los cristianos que quisieran el cambio social deberían trabajar  codo a codo con los sectores que tuvieran los mismos objetivos, e incluso consideraba que la violencia era lícita en situaciones de rebelión frente a  graves situaciones de injusticia.
Su trabajo como sacerdote en los Llanos Orientales con los campesinos sin tierra y su posterior participación en la Junta del Instituto Colombiano de Reforma Agraria, entre 1962 y 1964, terminaron por convencerlo de la  necesidad de aglutinar  fuerzas que permitieran impulsar las transformaciones que el pueblo requería.
El padre Camilo, decidido ya a impulsar una clara acción política, lanzó en marzo de 1965, en Medellín, la plataforma de un movimiento cuyo objetivo era unificar los distintos grupos populares y revolucionarios,  y así nació el Frente Unido.
La firme oposición, entre otros,  del cardenal Luís Concha Córdoba a sus actuaciones políticas tiene como resultado la decisión del Consejo Episcopal de enviarlo al extranjero. Pero la acogida de sus enseñanzas por los sectores más carenciados y  el clima de agitación política insurreccional, lo convencen de  quedarse en Colombia e indefectiblemente  se ve constreñido a dejar los hábitos.
Entre mayo y octubre de 1965, realiza una incansable actividad de agitación popular recorriendo el país, participando en múltiples manifestaciones y encuentros. En esas circunstancias y en torno a la dirección del periódico “Frente Unido”, se aglutinan simpatizantes y aliados,  en los cuales se incluyen al Partido Comunista,  a los grupos urbanos del ELN, a marxistas e izquierdistas independientes  y a dirigentes campesinos y sindicales de base.
A pesar de las prohibiciones del estado de sitio las masas de desposeídos y campesinos sin tierra  se reunían, casi espontáneamente, para recibir su mensaje de lucha y esperanza.  Con un lenguaje llano, popular  y sencillo,  Camilo ganaba fervientes adhesiones hacia su innovadora propuesta política.
El fácil éxito de sus primeros actos  populares se conjugó paralelamente con una creciente represión militar que derivó, inexorablemente,  en crímenes de líderes populares y matanzas indiscriminadas de poblaciones.
Un año después del asalto al cuartel de Simacota por parte del ELN, anuncia públicamente su compromiso con la lucha insurreccional armada,  íntimamente convencido que la única respuesta a la brutal represión impuesta a sangre y fuego por el  sistema expoliador era la lucha frontal desarrollada en igualdad de condiciones,  El 7 de enero de 1966, Camilo Torres se convertiría en el Cura Guerrillero.
Apenas un mes después, el 15 de febrero, tropas de la Quinta Brigada le dieron muerte cuando trataba, en el fragor del combate,  de apoderarse del fusil de un soldado.
A pesar de que su influencia inmediata fue efímera en lo político, su impacto ideológico sobre la Iglesia Latinoamericana fue amplio y prolongado. Su ejemplo y enseñanzas influyeron decididamente en la opción de muchos sacerdotes y religiosos durante los quince años siguientes, y sus ideas innovadoras marcaron el rumbo de los Teólogos de la Liberación Latinoamericana.
La  inclaudicable honestidad y la fe  carismática, reforzadas por una muerte que se vivió como un martirio, sirvieron para consolidar su figura señera y heroica que aún hoy perdura inalterable en el transcurso del tiempo.    

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