DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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domingo, 20 de julio de 2008

NÚMERO 35
Julio 2008

KARL MARX. 190 AÑOS DE SU NACIMIENTO
La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.
C.M. Tesis sobre Feuerbach

El aporte fundamental de Marx fue la crítica a la sociedad en que vivió, el capitalismo decimonónico y en él, la explotación del hombre por el hombre. Pero a diferencia con otros críticos sociales, él halló el sujeto que podía ser el portador del cambio social: el proletariado. En su análisis Marx encuentra la forma en que se da la dominación del capitalista en el proceso productivo: la extracción de plusvalía, el uso de fuerza de trabajo no paga, para obtener su ganancia. Llama a esa dominación, explotación del trabajador asalariado.

Este análisis es parte de una profunda concepción humanista, muchas veces olvidada por sus apologistas. En los Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844 afirma “la sociedad es la unidad esencial, plena del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza.” Y luego agrega. “La propiedad privada nos ha hecho tan imbéciles, que un objeto es nuestro, solo cuando lo tenemos”…”en lugar de todos los sentidos físicos y espirituales, aparece pues la simple alienación de todos esos sentidos, el sentido de tener”. Aquí sumerge la necesidad humana de vivir junto a la naturaleza en la realidad de la sociedad capitalista, en ¡el siglo XIX!

En El Capital, Marx explica el fetichismo de la mercancía. El Fetiche, el Ídolo brillante, tras el cual nada se ve. La zapatilla Nike, el televisor de 29 pulgadas de quarzo, una camisa o un simple paquete de yerba, lo que fuera. Todo tiene un precio. Pero ¿que es esa mercancía que adquirimos? ¿Qué se esconde atrás de ella? ¿Cuantas horas de sudor, cuanta sangre derramada, cuantos enfermos o muertos hay detrás de una mercancía? Todo se diluye en la necesidad de tener. No importa si hubo trabajo esclavo, si niños murieron por trabajar obligadamente durante largas jornadas, no importa si los peones yerbateros ya no pueden trabajar por las repugnantes condiciones en las que se desempañan. En definitiva la mercancía es ”una relación social determinada de los hombres entre si, que aquí adquiere para ellos la forma fantástica de una relación de cosas entre si.” (el resaltado es mio A.L:). Todos estamos inmersos en esa relación social y Marx entrevió que la única manera de terminar con ella, con la alienación, era acabando con el capitalismo y reemplazarlo, en un proceso, por el socialismo y el comunismo.

Por eso entendió que el rol que correspondía al proletariado, debido al lugar que ocupaba y ocupa en el proceso productivo es ser el sujeto social del cambio. En ese análisis utilizó el método dialéctico, al cual le fue enteramente fiel, desarrollando y superando a sus maestros.

Es indudable que en estos casi doscientos años ha cambiado mucho el mundo. Se comenzó una experiencia socialista en 1917 con la revolución rusa, experiencia que por razones que no analizaremos aquí finalizó derrotada, pero que fue elemento determinante de la historia del siglo XX.

La economía ha cambiado, apareciendo nuevas formas de organización de la producción. El tránsito imperialista, sobre todo luego de la primer guerra mundial y ahora la globalización capitalista que aumenta en forma astronómica la ganancias monopólicas y el grado de explotación a los trabajadores.

Seguimos sus ideas, no porque creamos en su infabilidad, sino porque abrió una profunda huella en el pensamiento filosófico económico y social desde mediados del siglo XIX en adelante. Dialogamos permanentemente con él, para coincidir o para disentir, porque su concepción del mundo tiene aún una vigencia arrolladora. Muerto mil veces por los agoreros del imperio de turno, siempre, como el Viejo Topo, se las ingenió para aparecer cuando las circunstancias menos lo hacían suponer.

Marx sigue siendo el referente necesario de la cuestión social.

A.L.

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