DE ESO NO SE HABLA
Los tambores de guerra suenan en forma permanente en el Medio Oriente. Los grandes medios masivos a nivel mundial y local tocan temas a ramalazos: hoy Israel, EE.UU. o la OTAN, o todos juntos, están por atacar a Siria o a Irán, o a los dos, mañana los palestinos siguen muriendo, pasado matanzas civiles en Afganistán o Pakistán, quemas del Corán, etc.
En Egipto, Túnez, Jordania, Marruecos, Arabia Saudita y Bahréin, donde se han producido y continúan produciéndose con mayor o menor intensidad manifestaciones y protestas populares, los EE.UU. y sus aliados han maniobrado para que no se produzcan cambios de régimen e incluso en el caso de Bahréin –sede de la 5ta. Flota norteamericana- autorizaron la invasión de tropas emiratíes y sauditas para reprimir y salvar al gobierno de la monarquía. En general los gobiernos de estos países son aliados de los EE.UU. y siguen su política por lo que contra los mismos no se promueven campañas mediáticas y mucho menos intervenciones de la ONU o de la OTAN. Las represiones varias siempre han sido acalladas por la gran prensa y las cadenas de noticias globales.
Las trapisondas del régimen saudita que lleva decenas de “democráticos” años en el poder, tanto en el plano del respeto a los derechos humanos en su propio país como a los ataques mencionados a sus vecinos son disculpados milagrosamente por la “comunidad internacional”. Ni el Consejo de Seguridad, ni el G-20 ni el FMI, cuya dirección acaba de felicitar a Arabia Saudita por “su papel importante en la estabilización de la economía mundial”, han hecho ni siquiera un tibio señalamiento.
Hace dos años, el adalid de la libertad y la democracia, Nicolás Sarkozy afirmó que “bajo el impulso de su majestad el rey Abdallah, Arabia Saudita estaba desarrollando una política de civilización “?. Hoy ese país donde reina la corrupción se convirtió en la punta de lanza del sunnismo ultraconservador y reaccionario en el mundo árabe. La monarquía – en un principio espantada por la caída de los dictadores tunecino y egipcio- ahora descubre el derecho de los pueblos para oponerlo a los regímenes de sus rivales regionales, “radicales” o chiítas.
El reino se considera impune y protegido de las tempestades populares por la indulgencia internacional de que goza la monarquía y el escudo protector proporcionado por los grandes medios y cadenas de noticias. ¿Hasta cuando?
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