DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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miércoles, 6 de octubre de 2010

Cine

UN MELODRAMA GRANDIOSO

“Con las tripas del último Papa estrangularemos al último Rey” grita enardecido un joven Benito Mussolini, el futuro Duce, todavía un militante socialista, que se enfrenta a la policía en las calles de Trento en los comienzos de la Primera Guerra Mundial.

Esas son las primeras imágenes de Vincere, el último film de Marco Bellocchio, un director contemporáneo de Bernardo Bertolucci, con una filmografía importante y poco conocida en Argentina.

Este film de raro espesor es una obra notable que se interna en una historia desconocida, sepultada hasta hace muy poco tiempo: la de la vida de Ida Dalser, una de las varias amantes de Mussolini, madre del primogénito del futuro Duce, llamado Benito, que fue apartada brutalmente, así como el hijo, al ascender éste al poder. Una vez allí Ida fue alejada, primero de su hijo y familia, finalmente del mundo. Algunos historiadores dicen que el Duce había pensado matarlos, a ella y a su hijo, pero para no tener roces con la Iglesia, decide encerrarla en un manicomio y al chico en un vigilado hospicio.

A partir de ésta historia trágica, melodramática, Bellocchio articula en forma magistral un discurso en el que se van hilvanando varios niveles de análisis: político, social, sicológico y todos ellos los va desarrollando en profundidad, utilizando formas operísticas que se van expandiendo poderosamente, hasta alcanzar un verdadero éxtasis dramático al arribar al desenlace en los tramos finales del film.

El relato está construido desde los inicios con una gran fuerza en las imágenes, apoyándose principalmente en la gran Giovanna Mezzogiorno, que interpreta a la Dalser a lo largo de casi tres décadas, mientras que Mussolini es retratado por Filippo Timi, sólo hasta que Ida es internada en el manicomio. Luego desaparece y da paso a su imagen de archivo, ya en el poder, reemplazando la fascinación romántica y de entrega total del inicio de la relación, con la colectiva a través de la pantalla del cine, que magnifica la pose y los gestos ampulosos, cercanos al ridículo, que quedaron de la profusa imagen pública de los noticieros de época del Duce. En los tramos finales, Timi reaparece interpretando esta vez al Benito hijo en su juventud, ya cercano a la locura que lo llevará a la muerte, convertido en un experto y obsesivo imitador de los gestos y el modo de hablar de su padre.

La película tiene dos partes perfectamente delimitadas, la primera es una arrolladora y torrencial síntesis de esos dos años en el que el amor ciego y de total entrega a un Benito que ya está obsesionado con el poder y abandonando progresivamente, ante los tambores acechantes de la Primera Guerra, sus primeros ideales socialistas y la segunda con el verdiano descenso a los infiernos de Ida y su hijo, mientras las persistentes imágenes cinematográficas y musicales van contrapunteando el desarrollo de la tragedia.

Vincere resulta ser una experiencia de una singular envergadura, que retrata con gran belleza un momento monstruoso de la historia de Italia y al mismo tiempo produce una vital y aguda reflexión sobre la Italia Berlusconiana de hoy.

Alberto Poggi

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