DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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lunes, 6 de mayo de 2013

MARZO

                                                                    MARZO

   Cuando era chica Marzo se instituyó para mí como el verdadero comienzo del año. En  marzo se desdibujaban  la modorra del verano,  los juegos al aire libre hasta tarde, los juegos con agua…Y acompañando a los madrugones, iban apareciendo los colores del otoño junto a  las pinturitas para el “cole” y el olor de las mandarinas.
    Con el correr de los años, Marzo se mantuvo siempre como  esa campanada de fin de recreo y de llamada a rumbear el año y mi vida. Mi vida en la que, por decisión o por asalto, se iba entretejiendo lo singular, con lo colectivo y lo social.
     Ser mujer disparó perplejidades, rebeldías y muchos interrogantes, de chica en forma difusa, y en la adolescencia como repiqueteo de molesto despertador.
    Comenzar a trabajar me sumió en otro escenario, el enorme escenario de las injusticias sociales y la conculcación de derechos. Como maestra en nuestra escuela pública, aprendí  que la proyección de una sociedad mejor se enlaza a  una educación que respete y aliente la iniciativa creadora y el espíritu crítico de los niños. Fueron años de estar con las manos en la masa, en lo social y en lo personal. 
     En esos años, repensar el ser mujer no estuvo muy presente para mí, y el 8 de marzo pasaba de largo…más bien con un leve ruidito: ¿para qué un día de la mujer? Pero caminar este interrogante resultó postergado porque…
     Porque un feroz tajo hizo sangrar las entrañas de nuestra sociedad y las mías, el golpe del 24 de marzo del 76. Se reconocían caídos en supuestos enfrentamientos de armas, pero, a pesar del ocultamiento y la desmentida, emergía la horrorosa verdad, para todo aquel que no prefería negarla: las desapariciones masivas entre aquellos que, desde ámbitos sociales, gremiales o políticos trabajaban  por cambios sociales a favor de las mayorías.
      Entonces el 24 fue adquiriendo su enorme carácter de bandera, amasada por diversos grupos y organismos, pero con un norte marcado por la aparición  conmovedora  de ellas, las “Locas de la Plaza
      Cuando nuestro país emergió del infierno, mi trabajo en psicoterapia me reconectó con las inquietudes de la adolescencia. Fue la escucha de mujeres que hablaban de su malestar, y  la conexión de ese malestar tanto con la teoría, como con  mi propia experiencia de vida. Lo singular y único de cada una, era una trama  debajo de la  cual traslucía la urdimbre de las relaciones  establecidas entre los sexos.
     La cuestión a transitar era lo femenino y lo masculino en la cultura. Desde mi trabajo, en la estructura psíquica, pero también desde el conocimiento de una historia de colectivos de mujeres que estaban en esto desde hacía mucho. El 8 de marzo, ahora, me representaba.
       Por eso, cada marzo me trae al primer plano palabras que se aúnan en una misma dirección: Mujer, Memoria, Verdad, Justicia. Todas resuenan con fuerza, simbolizadas en dos fechas entrañables, el 8 y el 24
     Los movimientos de mujeres, se consideren feministas o no, pujan por transformaciones sociales que aportan vida a la vida: defendiendo la tierra y el agua (como los movimientos de mujeres campesinas), la soberanía de nuestro cuerpo, los derechos jurídicos y laborales, la educación, la salud y la vivienda, la libertad, la diversidad.
    Este quehacer  nos saca del  refugio en la queja y la autocomplacencia y nos convierte en mujeres públicas, limando el supuesto antagonismos y exclusión entre lo que antaño se consideraba de adentro o de afuera del hogar; que, en términos más actuales  suele nombrarse como lo personal y lo social, y que ha sido decantado por el pensamiento feminista en la potente síntesis: “lo personal es político”
      Cuando llega Marzo el 8 y el 24 se  aúnan en el sentimiento, porque  en nuestro país, un grupo de mujeres, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, parieron esa, su creación  fantástica, que convirtió el marzo de Marte, dios de la guerra, en nuestro Marzo de lucha por la vida.
                                                                              Inés Castellano

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