UNA MATANZA ENTERRADA
En estos últimos días
ocurrió un hecho insólito: en una reunión en la que participaron alrededor de
mil quinientas personas en la provincia de Santa Fé en la que se recordaba un
aniversario del levantamiento agrario conocido como Grito de Alcorta, durante
el cual los pequeños agricultores de la época se levantaron contra las
indignantes condiciones de trabajo que tenían en los primeros años del siglo
pasado. Se enfrentaron a sus patrones nucleados en la Sociedad Rural. Aunque
parezca mentira en la reunión mencionada el actual titular de la Federación
Agraria, que se supone representa a los pequeños agricultores, se sentó
junto al actual titular de la Sociedad Rural.
Olvidos, perdones,
complicidades, enterramientos de la memoria histórica hay muchos y hoy queremos
recordar un hecho absolutamente tapado, la masacre de Napalpi, ocurrida el 19
de julio de 1924 en la provincia del Chaco durante la presidencia de Marcelo T.
de Alvear. Fueron asesinados ese día más de 200 indígenas mocovíes y tobas.
Melitona Enrique tenía en ese momento 23 años y a los 107 años declaró que " los
cuervos no volaron durante una semana de tan llenos que estaban por los
cadaveres que se comieron". A la mañana del 19 de julio 130 policias,
gendarmes y civiles salieron con sus Winchester y Mauser de Qutilipi hacia
Napalpí en donde estaban los indígenas protestando, "alzados" se les
decía y estuvieron durante 45 minutos disparando matando a hombres, mujeres y
niños, solo quedó en el aire silencio y la humareda de los fusiles. Un
periódico de la época, Heraldo del Norte decía: "Como a las nueve y sin
que mediara un sólo disparo desde los inocentes indios los policias
empezaron a disparar sus fusiles matando a más mujeres y niños que hombres. Se
produjo entonces una cruel y cobarde carnicería, degollando a los heridos sin
respetar sexo ni edad".
La historiadora Mercedes
Silva cuenta que uno de los líderes de la huelga, el mocoví Pedro Maidana
"fue asesinado brutalmente y se le extirparon los testículos y una
oreja para ser exhibidos como trofeo de guerra. Se dispararon más de 5000
tiros, se degollaron y colgaron a los sobrevivientes, se los enterró en fosas
comunes mientras a otros se los quemó. El cacique toba Esteban Moreno cuenta lo
que vió:" en las tolderías aparecieron policias disparando mientras una
avioneta tambien disparaba, nos dimos cuenta que fue una masacre porque no hubo
un solo muerto ni herido entre los policias, no hubo lucha, fue una
matanza, por eso ahora ese lugar se llama Colonia La Matanza".
La redución de Napalpí
fue fundada en 1911 y allí se reunieron indígenas mocovíes, tobas, pilagá,
abipón y charrúa, que trabajaban la tierra. El corresponsal de La Razón,
Federico Gutierrez, en 1924, confesaba con
sinceridad: "Muchas hectareas en flor están en poder de esos pobres
indios; quitarles esa tierra es una ilusión que muchos desean en secreto".
Cuarenta niños sobrevivientes fueron reducidos y enviados como sirvientes a los
estancieros. En el expediente judicial los policias negaron la matanza. Según
la versión oficial, los oficiales llegaron con un pañuelo blanco, fueron recibidos con
disparos por los aborigenes y ellos sólo mataron a tres caciques y a otro
aborigen. El expediente fue archivado y no hubo culpables. Aunque dijeron que
ochocientos indios se habían escapado al monte, no hubo ningun intento por
buscar declaraciones de los supuestos escapados. Los bienes de la reducción
fueron saqueados.
Entre los sobrevivientes,
la mencionada Melitona Enrique corrió hacia el monte con su madre, murieron sus
abuelos, tios y primos, estuvieron varios días y noches sin comer. Vivió muchos
años, hasta los 107, cuando cumplió años en 2008 el gobierno chaqueño pidió
disculpas por la masacre, le regaló una silla de ruedas y le prometió una casa
de ladrillos.
En las mesas llenas de
buena comida y regadas de buenos vinos en Santa Fé, conmemorando el Grito de
Alcorta,¿ alguien se habrá acordado de los 200 indígenas asesinados en
Napalpí?.
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