DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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lunes, 3 de septiembre de 2012


SIEMPRE POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
 
Desde Prensa Libre, como su nombre lo indica, siempre tuvimos presente que la misión del periodismo debe ser la de informar sobre todo aquello que tiene que ver con el interés público. Eso, está claro, no tiene nada que ver con difundir rumores, versiones no confirmadas, o directamente mentiras, como lo hacen hoy muchos de los más grandes medios del mundo. Menos tiene que ver con ocultar información para no “molestar” a un multimillonario, un anunciante o un poderoso del mundo: si la información es de interés público debe darse a conocer.
Por eso no podemos menos que apoyar la acción de Julian Assange, fundador de Wikileaks, cuando dio a conocer al mundo miles de documentos oficiales secretos, principalmente de los Estados Unidos.
Veamos rápidamente la historia. Assange se había hecho famoso por denunciar cómo los militares norteamericanos asesinaban a dos periodistas en Irak, mediante un video que recorrió el mundo, y dado a conocer por un soldado norteamericano, hoy sepultado en las cárceles del país del norte.
Ya estaba en la mira del FBI, la CIA y de los organismos criminales que secuestran y asesinan a quienes los EE.UU. odian en cualquier parte del mundo (véase el caso Bil Laden como último ejemplo).
Pero Assange fue más allá. Realizó un convenio con los principales medios hegemónicos europeos para dar a conocer aquellos cables. Ello llevó al hacker a su máxima popularidad, ya que el poder de dichos medios hizo que esos cables  se conocieran en todo el mundo. En general, se trataba de lo que diplomáticos del país norteño informaban a su gobierno sobre lo que ocurría en diversos países, y las opiniones, pedidos, comentarios, que funcionarios, políticos, periodistas, etc., les hacían a ellos.
Eso sí, los grandes medios no difundieron todos los cables. Se ocuparon más que nada de los chismes, los posibles escándalos… O sea, seleccionaron aquello que convenía a sus intereses, lo que les hiciera aumentar sus ventas y, por supuesto, que no perjudicara a sus gobiernos, anunciantes y grandes compañías. Así aparecieron escándalos sexuales o enfermedades de algunos presidentes y altos funcionarios, pero nada que afectara a los más poderosos.
No se sabe si fue una primera estrategia de Assange o fue una traición inesperada de esos medios que se ocultara la mayoría de los cables, pero un objetivo estaba cumplido: en todo el mundo se hablaba de los cables. El segundo paso fue que el fundador de Wikileaks rompió el convenio y entregó la totalidad de los cables a otros medios del  mundo, menos hegemónicos y con menos compromisos y, más aún, puso en Internet la información, a disposición de todos.
La guerra estaba declarada. Los misiles yanquis apuntaban a su objetivo dispuestos a todo y pedían la extradición de Assange para darle su merecido: ¿el campo de concentración y torturas de Guantánamo o en algún otro campo secreto en Afganistan o Irak para dar el ejemplo de que con El Imperio nadie puede?
El hacker escapó a Suecia, que creía el país más democrático y avanzado del mundo (seguramente no había leído a Henning Mankell). Allí apareció una acusación de abuso sexual, por parte de una mujer denunciada como miembro de la CIA (¿?), y aquel vuelve a escapar. Esta vez a Inglaterra, que tiene una gran tradición en refugiar a perseguidos políticos. Cuántos patriotas americanos pasaron por allí, hasta dictadores y criminales como Pinochet fueron acogidos, sin que fueran extraditados. Pero con Assange fue distinto: si lo acusaban en Suecia lo tenían que extraditar… Y Assange ahora se refugia en la embajada ecuatoriana en Londres y pide asilo político.
Ecuador duda. Se trata de una acusación, no hay proceso siquiera, no corresponde la extradición. Pero Londres insiste igual. Hablan con los suecos. Si ellos se comprometen a no enviarlo a los EE.UU. donde ya un senador Republicano pide la ¡pena de muerte para él!, donde el premio Nobel de la Paz Obama lo quiere acusar de traidor… Pero Suecia no garantiza nada, y está claro que se lo piensa servir en bandeja a los yanquis.
Entonces Ecuador le dice a los suecos que pueden ir a indagarlo a su embajada en Londres, pero los suecos se emperran: un pequeño país sudamericano no puede venir con exigencias. Londres se enoja y en un arranque pirateril, que tan bien conocen los argentinos, amenaza con invadir la embajada, contra todos los tratados internacionales, contra todas las leyes.
Y allí Ecuador nos llena de orgullo a todos porque le da asilo diplomático al periodista de Wikileaks, en defensa del derecho de opinión, en defensa de la libertad de informar y de estar informado. Un ejemplo para el mundo, que la mayoría en el mundo oculta porque le temen al imperio y a sus aliados.
Pero ¿qué dicen los cables? ¿Son tan terribles? Júzguelo usted mismo. Como cuenta el investigador Martín Becerra,  Santiago O´Donnell es el único periodista argentino que ha tenido contacto personal con Julian Assange y es uno de los pocos que tuvo acceso directo a los 2.150 cables de la megafiltración que hablan de la Argentina. Ningún gran medio los quiso publicar (sí, esos que se dicen defensores de la libertad), entonces sacó un libro (por supuesto con menor trascendencia) “Argenleaks”, donde se verifican reuniones de empresarios periodistas y políticos con funcionarios de la embajada norteamericana. Allí, por ejemplo Jorge Lanata pide plata para su diario Crítica (que después cerraría dejando a los trabajadores en la calle); adelanta a los yanquis que va a ponerse del lado de Clarín. Aparece Joaquín Morales Solá desmentido por los propios funcionarios de la embajada, entre tantos otros. Pero claro, ¡cómo Clarín o La Nación van a publicar semejantes cosas!
Y otro libro más reciente: “WikiMediaLeaks”, de Sebastián Lacunza y Martín Becerra, da a conocer los cables con todo lo referente a los medios. Esos libros están en librerías, se pueden comprar, pero claro, no es tan sencillo ni masivo su acceso, como ocurriría si fueran publicados en la prensa o sus cables leídos en los noticiosos
Ahora los EE.UU. niegan una “caza de brujas” (como si no supiéramos lo que pasó con “las brujas de Salem”, de las que escribió Arthur Miller, o más cerca, con el célebre “maccarthismo”). Dice que no tiene nada que ver con los esfuerzos del Reino Unido de extraditar a Suecia al ciberactivista.  El Reino Unido reiteró que no concederá un salvoconducto al hacker para viajar a Ecuador, aunque esté obligado legalmente a hacerlo, y explicó que trata de alcanzar una solución diplomática. El gobierno de Correa espera que el gobierno Inglés retire su amenaza primero.
“Está claro que está tratando de desviar la atención de la verdadera cuestión, que es si va a enfrentar a la Justicia en Suecia” (dice la representante yanqui). “Es una cuestión entre el Reino Unido, Suecia y Ecuador”. Aunque sabe que Assange no tiene cargos formales en Suecia y sólo se lo requiere para ser interrogado por denuncias presentadas a una fiscal.
Ecuador ahora está siendo amenazado, mientras los países  sudamericanos le dan pleno apoyo. En la OEA los únicos que no apoyan a Ecuador son EE.UU., Canadá y Jamaica. Se oponen al asilo político
En Ecuador se realizó una manifestación en defensa de la soberanía nacional. En Londres los que apoyan a Assange frente a la embajada de Ecuador son reprimidos por la policía También un puñado de manifestantes se reunió ante el consulado inglés en Nueva York, para pedir que el periodista sea autorizado a abandonar libremente el Reino Unido.
Todos los que defienden libertad de expresión y de información, en serio,  deberían manifestarse sin cortapisas para defender a los periodistas que no están  comprados por los poderosos, que quieren acallarlos.

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