DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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martes, 30 de julio de 2013

CARLOS MARX  
                                   ¡En el principio fue la acción!  Goethe

Estaba muerto. Sepultado. Fuera de época. “Demodé”
Pero no, parece que no era así. Parece que sigue vivo en la realidad de las cosas. En Europa, en América y en todo el mundo.
El hombre que dijo “nada de lo humano me es ajeno”, que advirtió en 1848  que “un fantasma recorre Europa”, frente al cual los poderosos del momento temblaban.
El hombre que descubrió la esencia del trabajo asalariado y de la explotación del obrero por parte del patrón o capitalista. El que con las palabras “plusvalía” y ¨plustrabajo” corrió el velo místico  del carácter “humanitario” de la propiedad privada sobre los medios de producción, producto del robo de horas de trabajo impagas a los asalariados.
El que en 1844, hace más de 150 años, nos dice que “la sociedad es la unidad esencial, plena del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza” . Es decir que el hombre no puede vivir fuera de su relación con la naturaleza, y hoy frente al glifosato, los pools de siembra que generan transgénicos cancerosos, que talan bosques solo para obtener pingües ganancias, frente al hacinamiento de millones de seres condenados a comer basura cobra una importancia trascendental para el futuro del género humano.
Ese hombre está más vivo que nunca.
Carlos Marx nació en Tréveris, Prusia en 1818 y falleció en Londres en 1883. En la universidad estudió derecho, pero sobretodo historia y filosofía.   A partir de enero de 1842 escribe en el periódico La Gaceta del Rin y luego pasa a ser redactor jefe. Pero el gobierno reaccionario lo clausura al año siguiente, luego de someterlo a la censura. Sé trasladó a París con la idea de tomar contacto con sectores hegelianos de izquierda, pero luego que fuera expulsado de allí fijó su residencia en Bruselas. Ya estaba casado y en contacto con Federico Engels, su amigo y compañero de toda la vida.
El 1847 ambos se afilian a la organización secreta La liga de los Comunistas. En el II Congreso de la Liga se les encomendó la redacción del Manifiesto Comunista, que ve a luz en febrero de 1848.
Su condición de vida como inmigrante en distintos lugares de Europa se hizo muy difícil y de no ser por la ayuda de Engels no hubiera podido escribir su obra máxima El Capital (Das Kapital en alemán). Participó y escribió sobre distintos procesos revolucionarios en Europa, ya que no solo era un teórico sino principalmente un revolucionario y actuaba como tal.
El Capital escrito en varios tomos es un análisis profundo y pormenorizado de la génesis del capitalismo de su época y de su transformación en sistema social dominante que aún nos rige. En sus trabajos dejó en claro que el capitalismo es solo una etapa en la historia de la humanidad, que no es un hecho natural que “surge espontáneamente”, sino que parte de determinadas leyes económicas y que su fin es inevitable. Fue Lenin quien explica las condiciones sociales para llegar al fin del capitalismo por medio de la acción revolucionaria que luego llevó adelante, instaurando un nuevo sistema social, el socialismo, desvirtuado a los pocos años, con su muerte, por el encumbramiento del estalinismo en la Rusia de principios del siglo XX.
Marx dejó una profunda huella, aún vigente y hoy, cuando los agoreros del neoliberalismo de los ’90 hablaban del fin de la historia y de que el marxismo estaba acabado, la realidad de la crisis internacional que provocó el derrumbe bancario en EEUU, y los miles y miles de desocupados en Europa nos muestra que no es así. Como decía él, la historia se mueve como un topo, a veces no se la ve, pero surca por debajo, entre raices y rocas, marcando caminos subterráneos, para surgir donde menos se la espera.
Nuestra América que fue asolada por sangrientas dictaduras expresó con Mariátegui el concepto necesario para aplicar aquí, creadoramente, sin copiar, las ideas de Marx. Dijo el Amauta “el socialismo es creación heroica de los pueblos”. Toda nuestra historia del siglo XX así lo certifica y en lo que va del presente siglo, los gobiernos progresistas que hoy se encuentran en muchos países del continente  pueden ser la puerta necesaria para avanzar hacia una sociedad sin explotados ni explotadores, sin miseria, hambre, desnutrición y profundamente democrática.
Solo nos falta que las palabras finales del Manifiesto Comunista “Proletarios del mundo uníos” se amplíen y los trabajadores fabriles, campesinos, intelectuales, estudiantes, gente de buena voluntad se unan para derrotar definitivamente a la lacra que basa su existencia en el robo a los que menos tienen, las oligarquías locales y el gran capital 

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