LAS NUEVAS MASCULINIDADES Y EL REPARTO DEL PODER.
Desde estas páginas hemos comentados los
Estudios de Género y cómo desde el feminismo se viene trabajando hace muchos años este concepto que tanto ha
contribuido al análisis de las relaciones entre hombres y mujeres. Estos
estudios partiendo de una realidad social mostraron cómo lo femenino se ha
construido históricamente como lo diferente, legitimando así una gran variedad
de desigualdades sociales.
Hoy queremos pensar la masculinidad que en
los últimos años en tanto construcción cultural surge como objeto de interés de
las Ciencias sociales y los Estudios de
Género, revelando las formas en que el
sistema de género, que vehiculiza las relaciones de poder entre hombres y
mujeres, deriva en la manifestación de una masculinidad determinada y no otra.
Son muchas las transformaciones sufridas
en la identidad femenina en las últimas décadas (sobre todo en sectores medios
urbanos occidentales), en dirección a una mayor libertad sexual y a la progresiva
incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y a puestos de poder.
También cada vez son más visibles en las sociedades occidentales diferentes
formas de ser hombres que rompen con los
antiguos mandatos patriarcales, constituyéndose incluso lo que puede entenderse
como un movimiento masculino de liberación. De forma tímida están apareciendo
en varios países las primeras asociaciones de hombres por la igualdad que
reivindican el derecho a que el hombre desarrolle su personalidad sin que ésta
le sea impuesta por una cultura machista, que castiga al hombre que no la
cumple.
Cuando los hombres se percatan cómo les
perjudica el modelo tradicional de roles de género que construye un concepto de
hombre machista, comienza una crisis que da surgimiento a nuevos modelos de
masculinidades, que ponen en cuestión conceptos tales como identidad masculina,
hombría, virilidad, hombre proveedor, violencia, etc. y surgen nuevos roles
masculinos.
Sin embargo hay un gran trabajo por
realizar entre hombres y mujeres para romper con siglos de mandatos para ambos
géneros teniendo presente que no es sólo cuestión de distribución de roles sino
también distribución de poder.
Marta Lamas, antropóloga feminista, en un
reportaje de Pagina12 señala: “Hay que repartir el poder en la casa y en lo
público. Hay que tomar conciencia de que es un tema de psiquismo y de cómo
introyectamos ese mandato como algo natural y que eso dificulta mucho las
intervenciones políticas que se puedan hacer después. Hubo un tiempo en que el
feminismo pensaba que cambiando lo social iban a cambiar las cosas. Acá nos
dimos cuenta de que hay que cambiar lo social y lo psíquico y que eso requiere
procesos no tan complicados, pero sí una mirada del Estado a la comunicación
social, a las telenovelas, a muchísimas cosas en la construcción de la
masculinidad y la feminidad”
Alguna de las cifras más drásticas que
surgen de una encuesta realizada en varios países de nuestra América en
distintos sectores socioculturales y en todas las franjas etarias desde la
adolescencia, muestran a las claras los efectos de la naturalización de la que
habla Lamas: En Chile, el 46 % de los hombres dice que jamás tendría un amigo
homosexual, en Brasil el 50% jura que los hombres necesitan más sexo que las
mujeres y en México el 56% asegura que el rol más importante de la mujer “es
cuidar de su hogar y cocinar para su familia”.
Si bien por nuestras latitudes cada vez son
más los hombres que comienzan a trabajar sus subjetividades y las formas de
vincularse con mujeres y varones y que los grupos de hombres en contra de la
violencia, del patriarcado y por una paternidad responsable ya tienen varios
años de vida, es cierto que siguen faltando espacios mixtos para discutir y
compartir sensibilidades e historias porque es importante trabajar activamente
la relación ya que el género es una construcción relacional, dinámica y continua donde el
poder siempre está en juego.
Rita
Awiron
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