DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cine
                                                                                    FILMAR EL PENSAMIENTO
En un reciente reportaje, la talentosa directora cinematográfica alemana Margarethe  von Trotta, confesaba que al emprender la filmación sobre la filósofa Hannah Arendt, el primer gran obstáculo que encontró fue: “¿Cómo se filma el pensamiento?”. Podemos responder con absoluta certeza que lo logró plenamente. La primera y sabia  decisión que tomó fue no enredarse en los complejos amoríos y pasiones con el filósofo alemán Martin Heidegger y en la consabida y eterna polémica sobre la mayor o menor  adhesión al nazismo del rector de la Universidad de Friburgo.
Hannah Arendt y la banalidad del mal, la última película de la directora de Rosa Luxemburgo y Las hermanas alemanas, tal vez sus mejores realizaciones, por lo menos que se estrenaron aquí , porque como ya sabemos hay muchos films de muy talentosos realizadores europeos y de otros continentes que no llegan a nuestro país, se centra exclusivamente en los años que Arendt  en su rol de periodista y corresponsal del “The New Yorker”  cubrió en Jerusalén el juicio que realizó el Estado de Israel contra el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, que había sido atrapado ilegalmente en la Argentina por el Mossad, el servicio secreto israelí. Arendt vivía y trabajaba como profesora universitaria en Nueva York desde principios  de los ’50 y cuando se entera del secuestro consigue que el director del periódico la mande a Israel para cubrir el juicio que se desarrolló  entre  1961 y 1964. Fruto de esa participación es un libro clave de la filósofa “Eichmann en Jerusalén –Un estudio sobre la banalidad del mal”, que se convirtió en un suceso mundial y que provocó múltiples polémicas y le trajo a la filósofa tantos halagos como maldiciones tremendas.
Otro de los hallazgos de von Trotta es la certera utilización de los archivos filmados durante el juicio, que Arendt sigue junto con el espectador,  en los que un hombre como tantos, un aplicado y ambicioso burócrata al servicio de un régimen criminal, realizaba, según él explica minuciosamente, tareas administrativas en el campo de exterminio en el que trabajaba, cumpliendo órdenes, según declara una y otra vez con atildada circunspección. Arendt descubrió mirando ese rostro y siguiendo esas declaraciones que Eichmann no era un monstruo como los jueces y abogados querellantes y todos los diarios del mundo decían, sino que se trataba de una persona “terriblemente y temiblemente normal”, un producto de su tiempo y del régimen que le tocó vivir, en suma, eran seres humanos que se negaron a ser personas.  Luego Arendt avanza hacia un terreno muy peligroso para su vida y su futuro: critica con precisión, una vez obtenidos los datos del mismo juicio, a los líderes de algunas asociaciones judías, los Consejos Judios o “Judenrat” que colaboraron con los que dirigían los campos y si algo faltaba, también señala con dureza la legalidad jurídica del Estado de Israel para juzgarlo.  En vez de defender incondicionalmente, como buena judía e incluso sionista, a su pueblo, debatió, investigó, reflexionó y no se calló, plasmó todo en un libro en el que detallaba cómo las personas comunes se convierten en brutales asesinos, rechazando los esquemas de explicación simples que no permitan dudar ni obliguen a reflexionar.
Von Trotta  como siempre en su cine, no camina por el lado fácil, ni sigue recetas preconcebidas, cuenta con un núcleo de actores de primera, en especial Bárbara Sukowa, la actriz fetiche de la directora, Axel Milberg como su marido y Julia Jentsch, entre otros, que desarrollan debates duros y profundos que develan las ideas que prevalecían en la época y que  siguen manteniendo una validez total en todos los tiempos, inclusive los de hoy y por supuesto en los debates que atraviesan  nuestras actuales peripecias de vida.
Hay que recordar que Margarethe von Trotta pertenece a un grupo de directores como Volker Schondorf, Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders y Werner Herzog, que desde la década de los ’70 del siglo pasado han dado obras originales y sugerentes  que nos han conmovido y ayudado a ser  un poco mejores como personas.
                                                                                                                                                          A.P.

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