DE LOS INDIGNADOS ESPAÑOLES

  • No es crisis es estafa
  • Cría ricos y te comerás sus crisis
  • Si no salimos en los periódicos saldremos en los libros de historia
  • Me gustas democracia porque estás como ausente
  • Ya tenemos el sol, ahora la luna
  • El pueblo reflexiona, por eso está en la calle
  • Te oigo quejarte en casa, sal a la calle a que te oigan
  • La única causa de la pobreza es la riqueza
  • Precaución, ciudadanos pensando.
  • Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
  • No somos ilusos somos ilusionistas

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lunes, 21 de abril de 2008

Número 31 (Junio-Julio 2007)

Los Suplementos


ELECCIONES: ENTRE EL MERCADO Y LA FE

En materia de partidos políticos, que el perro coma al cerdo o que el cerdo coma al perro me tiene por completo sin cuidado” - Henrik Ibsen

Repetido hasta el hartazgo el recurso publicitario vuelve una y otra vez, el candidato devenido en marca es el producto a vender, los afiches pegados uno encima del otro son el único espesor posible de una topografía aplanada y previsible.

Ninguna convocatoria a debatir y decidir, a opinar y ser protagonista, solo una nueva versión del grotesco síganme, así el discurso mediático ha vaciado de todo sentido el verbo hacer política ¿Es esta otra forma de política o es el triunfo la no- política?

Elegir sin mirar toda la complejidad política y solo seleccionar la parte que instrumentalmente facilita una participación condicionada, se reducen todas las opciones a un simplificado casillero tipo múltiple-choice . Al convertir la política en un mercado de ideas las clases dominantes, que monopolizan la manufactura del consenso, tienen los recursos para conducir hacia los candidatos predefinidos. Como señala John. Berger “ el largo texto del rostro humano esta siento reducido a una foto carne”.

¿Qué se elige en esta falacia democrática? Como la llama Saramago. No es un tipo de sociedad es un modo diferente de administrarla .Esto es así independientemente de las calidades e historias personales, que no pueden obviarse. Es licito querer tomar partido en esa opción, pero el debate no debería polarizarse sobre ese punto.

De todos los males el menor

Es la ficción dentro de la ficción, las instituciones creadas para dar forma a la democracia representativa, diseñadas para intermediar en los conflictos sociales, para reemplazar la voluntad y la soberanía, han perdido su sustancia, los partidos políticos son reemplazados por identidades transitorias, ser K, o Pro, o en infinitos nombres de fantasía para listas de resultados efímeros fruto de acuerdos de ocasión..

En la legislatura porteña, hace dos años, antes de asumir sus cargos las reubicaciones hacían casi irreconocible el resultado electoral. Cuántos Pro militan hoy en las filas K.

El votante no sabe quien integra las listas esta son el fruto de acuerdos empujados solo por la necesidad de aparatos armados para la circunstancia, algo así como una agencia de empleo político-estatal, resultado: el incordio de ser representado por alguien a quien no se conoce y a quien se le otorga el poder de mandato irrestricto.

El pragmatismo del mal menor, es el mecanismo perverso de reproducción que como cinta de Moebius no tiene ni principio ni fin. El miedo, pulsión tan cara a los cultores de la sociedad insegura, se transforma en el principal motor del sentido común conservador, para lograr que nada cambie.

La apuesta alimenta la cultura de la resignación, encubriendo las verdaderas relaciones sociales, la política tema de profesionales, la pasividad como correlato de la voluntad expropiada, la acción es desplazada por la contemplación, el individualismo se ejercita desde el lugar común, todos frente al televisor. La dinámica de las tres T, trabajo, transporte, televisión, absorbe todas las energías. Apenas alcanza para reenviar un mail condenatorio e integrar así la cadena de los políticamente correctos. Cada dos años se llama a tomar los votos, un domingo político, luego 730 días de espera.

La explosión de la forma tradicional partidista hace que haya en todas las listas peronistas, radicales, liberales, y una fauna variopinta de ex izquierdistas convertida en una corte de los milagros mendicante de puestos y cargos. Todos forman el partido único, cuya esencia es defender el status quo imperante. La llamada clase dirigente es una oligarquía liberal, detentadora funcional del acotado poder político que le permite la globalización capitalista, tiene como epicentro esta formula de personalismo, soberbia y autocracia, que encarna en aquel genuflexamente definido como caudillo o lider.

Una parte de lo que fue izquierda se asimilo y reprodujo todos los cánones del sistema, otra minoría no logra superar los limites de una secta megalómana y auto- conformista, que se consuela con superar a la tribu vecina y solo sirve como caricatura para ridiculizar cualquier idea revolucionaria y de emancipación social

Un voto de fe

En el llamado cuarto oscuro, no por falta de la luz, sino por la alquimia que transforma soberanía popular en jefe soberano, se recrea el simulacro descontaminado, neutral y aséptico, el mito de la posibilidad del pueblo de elegir y ser elegido, de gobernar a través de representantes. La leyenda representativa basada en una elite que expresa la voluntad de mayorías y minorías.

El derecho al voto como paradigma exclusivo para definir la democracia, elude y enmascara el derecho a tener derechos y legitima la obligación de obedecer. Una forma mas o menos soterrada de autoritarismo, ejercido por una aristocracia política, donde la toma de decisiones solo esta condicionada el lobbysmo. No hay mandatos, ni proyectos, ni programa. Sin pasado ni futuro a debatir colectivamente, solo pragmatismo instrumental y teología, un dogma ritual, basado en el carisma propio o dibujado, la esperanza que el candidato proveerá. El individuo, cualquiera sea su discurso, es presentado como síntesis de la voluntad del todo, un retorno permanente al mundo pre-racional, a la creencia mítico –religiosa de la fe en el candidato totalmente despojado de su categoría de clase, o sector social.

Las encuestas reemplazan la militancia y la participación, interactúan con los medios para conformar en velada manipulación una tendencia que a la hora de optar esta configurada como la realidad univoca. La opinión publica se presenta auto-referenciada como un sujeto con validación propia, creando la sugestión de una verdad objetiva, la opinión publica no es, se hace, se construye con multiplicidad de recursos, que nada tienen que ver con los intereses que se confrontan en la sociedad. Ha pasado a ser la principal forma de representación en las sociedades contemporáneas.

Los dueños de las empresas encuestadoras, politicologos y publicistas han devenido en los principales actores cada vez más notorios de un espectáculo donde el votante es espectador pasivo.

La democracia del voyeurismo, encuentra en estos gurus a los comunicadores que sintetizan toda la riqueza posible de una sociedad. en un juego de porcentajes. Ya se sabe quienes son los privilegiados por las estadísticas, los beneficiarios del voto útil, la boca de urna define el resultado antes de empezar el recuento, liquidando hasta su carácter lúdico. No esta lejana la democracia electrónica donde la política quedara resumida a un menú de opciones del celular. No pierda su tiempo elija mientras duerme.

El escenario propuesto es la arena mediática donde se manipula y crea una imaginaria confrontación de ideas en un espacio inaccesible para las mayorías, donde se miente sin presiones, se gesticula mecánicamente, se repite el libreto monocorde escrito por los creativos de agencia.

Se crea así la noción de opinión pública como voluntad general, racional y libre, generada espontáneamente en el seno de la sociedad. Pero en esta nueva comunidad imaginaria este nuevo sujeto, no es general, ni racional, ni soberano. La opinión publica no es la que controla sino el resultado de su manipulación, que va estableciendo sus propios criterios de legalidad y legitimación. Es un campo asimétrico donde no existe ninguna garantía de participación ni de control o regulación.

El pensamiento circular es que los medios traducen nuestro pensamiento individual y los conforman en estadísticas, de ahí a expresar la voluntad general es un solo paso. La buena imagen es la base para la elección de candidaturas, la imagen la crean los medios que avalan las encuestas que imponen las candidaturas.

Cuando el poder se delega, su materialización se expresa en la fortaleza de los representantes, personas o partidos. La circulación siempre es en un solo sentido. El poder transferido nunca retorna a su origen. El mandato así concebido, no es ni puede ser una encomienda explicita, se transforma en un privilegio.

Entonces el sufragio sustento primario de la democracia representativa se transforma en un rito sin mito, es pura regla operatoria. Un habito sin sentido.

La legimitización ya no surge de la representación, sino de la periodicidad de su renovación. o de su eficacia en el momento que opera. El índice de eficacia es la velocidad para configurarse ante estímulos y causas cambiantes. La plutocracia, la meritocracia, la autocracia, el nepotismo, el despotismo en el ejercicio del poder, los fraudes electorales, escándalos financieros y violación a la ética política, cada vez más toman un carácter universal.

El contribuyente-consumidor es el principal sustento del estado, el nuevo perfil del ciudadano. Se esfuman las diferencias en el comportamiento del gerente corporativo y el burócrata estatal.

La elección forzada no es otra cosa que una forma simbólica de violencia. Es libre de escoger siempre que haga la elección correcta. Cuando estamos atrapados en semejante dificultad el único hecho subversivo es enunciar la prohibición de lo que Hegel llamaba la apariencia esencial.

La lucha política verdadera no es la competición admisible entre sujetos políticos que se consideran adversarios legítimos, sino la definición del campo que delimita al adversario legitimo del enemigo ilegitimo.

Los candidatos son sin duda alguna distintos, pero no opuestos ni contrarios, ni enemigos, en cuanto a posicionarse frente a la lógica sistémica. Los sectores hegemónicos no tienen una sola causa y por tanto una sola voz, su confrontación reconoce diversidad de formas y objetivos.

Memento

La memoria colectiva es una construcción social, puede ser manipulada y selectiva como la identidad es producción cultural. Un dato histórico es verídico comprobable, objetivo pero su interpretación , valoración, mención u omisión es parte de la subjetividad. Hay intereses en disputa y por tanto lecturas quirúrgicas, amputaciones. La apelación maniquea a la memoria fragmentada no sobrepasa entonces el nivel de una campaña.

Es notorio como en las referencias al pasado se olvida los acontecimientos mas recientes y significativos: las puebladas del 2001 y 2002. En ese momento los mecanismos e instituciones fueron puestos en crisis, en parte cuestionando la representatividad, en parte la representación como forma democrática y en parte ejercitando creativa e improvisadamente formas autónomas.

La experiencia asamblearia y autogestionaria, caótica y desprolija como todo lo nuevo, recibió como respuesta la solución conservadora: restablecer la gobernabilidad, entendida en palabras de Hannah Arendt “como la necesidad de crear el consentimiento sobre quienes será ejercido el poder”

El cuestionamiento a practicas y convenciones, el replanteo de certidumbres, el entredicho a los supuestos originales, la visión critica hacia las formas del simulacro democrático y el profundo sentido trasgresor de los caminos autónomos ya recorridos son solo algunas formas de pensar y actuar sin tutelajes, ni encierros. ni paternalismos mesiánicos.

“Cuando uno critica no tiene porque indicar con precisión como debe ser el cambio. Ese es un mecanismo burgués que pretende asegurar su futuro”. Theodore Adorno.

El dilema es si los principales problemas de nuestro tiempo pueden resolverse a través de los mecanismo propios de este sistema heterónomo o si una comunidad donde exista la autonomía individual y colectiva no es una utopía, es un proyecto histórico social realizable que depende de la voluntad de los hombres.

Silvio Schachter

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