Número Aniversario (marzo 2006)
Pesimismo de la voluntad, optimismo de la razón.
Pesimismo es la palabra que a menudo surge al finalizar algún reportaje a cualquier intelectual preocupado por la realidad actual de nuestro mundo. Así filósofos, literatos, cuentistas políticos o sociales, artistas. No es para menos.
Este mundo no es razonable y su racionalidad no parece conducir al optimismo. No es preciso hacer un inventario de los resultados de este sistema de dominación: matanzas disfrazadas de guerras éticas, hambrunas genocidas, degradación suicida del planeta. Sin reacciones efectivas, ni desde la población ni desde los Estados, menos aun desde los organismos internacionales.
Quizá deberíamos retornar a la idea del “enemigo fundamental”, aun sin tener muy claro quienes serían los secundarios y, peor aun, cuales los “aliados” en los que hacer pié. De allí que mentar el “optimismo de la voluntad” gira bastante en el aire.
Sin embargo se pueden arriesgar algunas precisiones sobre la maquinaria central de la dominación, tales como la industria bélica, el capital financiero y los gobernantes políticos de los Estados Unidos de Norte América.
Si ello es así, entonces, en principio, cualquier acción (aún aislada) que les ofrezca resistencia, si no está de nuestra parte (los dominados), al menos, no lo está de
Si la forma de la dominación es, a la vez, bélica, económica y política, entonces la política no es sólo la emanada de las instituciones del Estado. Ni en el grupo dominante ni en el dominado, ya que su resistencia se debe dar en todos los terrenos. De allí que no baste referir la política a los mecanismos clásicos de los partidos, los movimientos o las armas.
¿Es probable en este terreno una acción política diversa – no hablo de la gastada nueva forma de hacer política-? La razón dice que sí, de hecho así ocurre. De allí que la razón pueda ser optimista. Lo que no es fácil es generalizar esa acción (política). Esa generalización es urgente pero no puede ser objeto de una estrategia de corto plazo. He ahí el límite del optimismo de la razón.
¿Cuál es esa acción colectiva probable? La resistencia no sólo consiste en el enfrentamiento (que, por lo demás, es casi imposible o suicida en algunos terrenos de las relaciones de fuerzas) sino en el de su propia lógica de supervivencia constituyente de nuevas relaciones (políticas, económicas, culturales, ideológicas), a las que, por supuesto, no le pueden ser ajenas las demandas a los dominantes.
No está escrito que así suceda, pero es, al menos una opción racional probable. Requiere entonces de
En Indoamérica surgen movimientos de rebeldía, de demandas, de cooperación, pero el terreno está delimitado por otras estrategias. Sin embargo tiene resultados visibles en los bordes tangentes de los dominantes y los dominados. Uno de ellos es lo que llamamos “populismo”. Esto que no es de despreciar, tampoco debe, en mi opinión, ilusionar. En todo caso, creo, es conveniente no olvidar lo probable en aras de lo posible. En la relación de fuerzas la táctica es lo posible y la estrategia es lo probable. No en orden cronológico, los movimientos tácticos (voluntad desconfiada) como puntualidades de una estrategia (razón optimista).
Esto, creo, si pensamos en la especie humana, no sólo en las individualidades ni en la particularidad de las clases o las naciones.
Diciembre 2005.
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